«El éxito nos va a unir, y vamos a empezar poniendo a Estados Unidos en primer lugar. No los defraudaré», dijo Donald Trump en su discurso como ganador de las elecciones presidenciales. Habló antes de cualquier proclamación oficial porque aún no tenía confirmados los 270 votos electorales necesarios para que su triunfo no pueda revertirse.
Pero más allá del momento formal, eso es lo que ha ocurrido. Donald Trump será el 47° presidente norteamericano desde el próximo 20 de enero de 2025. Contará con un poder extraordinario ya que tendrá mayoría en ambas cámaras de Congreso. Además, 6 de los 9 miembros de la Corte Suprema de Justicia son conservadores y a varios los designó en su gestión anterior.
Trump ganó en 6 de los considerados estados «clave» por mudar de preferencias cada 4 años. Captó el voto de los latinos y los afroamericanos y desarmó una estrategia carente de propuestas sobre economía, inmigración y seguridad por parte de Kamala Harris.
Donald Trump, regreso con gloria a la Presidencia de los Estados Unidos
Durante 4 años repitió el mismo argumento. No aceptó la derrota de 2020 frente Joe Biden y desde ese momento comenzó a trabajar para volver a la Casa Blanca. Mientras los políticos tradicionales del partido republicano creían que el «experimento» Trump se había acabado, él siguió con un único objetivo: demostrar que es la figura principal de la política norteamericana.
No cambió ni una coma de sus ideas fuerzas que comenzó a proclamar en 2016 cuando ganó su primera presidencia. «Hacer grande nuevamente a los Estados Unidos» (MAGA por sus siglas en inglés) resumía su propósito de impulsar la economía nacional:
- Bajar impuestos a las mayores fortunas
- Luchar contra la inseguridad con el agregado de la fuerte acción contra los inmigrantes ilegales, la crítica permanente a la «inutilidad» del gobierno demócrata
- En política exterior un dato clave: durante sus cuatro años en el poder, no hubo guerras en el mundo como las de Medio Oriente y la de Rusia y Ucrania.
Con esas líneas argumentales, arrasó rápidamente ante los que se animaron a enfrentarlo en una interna finalmente inexistente.
Partieron casi una decena de contendientes, incluído Ron de Santis, el carismático gobernador de Florida. Trump ni siquiera asistía a los debates con ellos. Todos se bajaron del tren de la campaña en las primeras estaciones y De Santis también. Solo intentó resistir una mujer: Nikki Haley, quien fuera su embajadora en la ONU, pero luego de perder en su propio estado – Carolina del Sur – se corrió y ya no hubo obstáculos para Trump.
Comenzó un duro ataque contra el gobierno de Joe Biden y a medida que fue pasando el tiempo, hizo especial hincapié en la pretendida «incapacidad intelectual del presidente octogenario». De nuevo, tuvo que enfrentar a una mujer, como en la interna republicana o las elecciones de 2016. Kamala Harris, vicepresidenta de Biden, fue ungida como la «reemplazante» luego del papelón de Biden en el primer debate presidencial.
Tras una suba en las encuestas – que la pusieron por encima de Trump – su imagen se fue desinflando y de a poco, en un mes y medio, Donald Trump volvió a encabezar todos los sondeos.
Trump jamás dejo de referirse a si mismo como el presidente que no perdió en 2020 y que arrasaría en estas elecciones. La paridad de las encuestas y el valor de los 7 estados «pendulares» («swing states») sólo sirvieron para ratificar la calidad de la victoria de Trump: ganó en 6 de ellos.
El triunfo de Trump: el voto conservador norteamericano y el aporte de latinos y afroamericanos
Donald Trump no se corrió un ápice de su estrategia. Con su estilo confrontador, vapuleó a Joe Biden primero y luego a Kamala Harris como responsables del «peor gobierno de la historia de los EE.UU». Dijo que volvería para asegurar la grandeza del primer país del mundo y devolverle la seguridad a los ciudadanos alarmados por la violencia.
Lo mismo con las cuestiones vinculadas a la inmigración ilegal. «Voy a realizar la mayor deportación de la historia» prometió en sus discursos. Desde el 20 de enero de 2025 habrá que seguir sus decisiones.
El debate con Joe Biden demostró que a cierta edad, solo tres años de diferencia, son demasiados. El problema ahora lo tendrá Donald Trump. Por esas ironías de la vida, se transformó en la persona de mayor edad en llegar a la presidencia.
El fracaso de Kamala Harris
Despues del debate Trump-Biden, los demócratas entraron en pánico. El presidente hizo un papelón, no pudo debatir, no se le escuchaba su voz y las veces en que pudo hacerser oír fue peor: resulto incomprensible, hasta perdido.
Kamala fue ungida como sucesora – Obama y Nancy Pelosi fueron los que fogonearon el cambio – y en un principio subió en las encuestas. Pero la candidata descendiente de afroamericanos y de la India, nunca pudo captar la simpatía de las minorías. Los afroamericanos y los latinos, estadísticamente, las minorías que mayores grados de pobreza reúnen, encontraron en la «MAGA» escrita en letras blancas en gorras rojas de Trump una mejor propuesta que las vagas referencias de Kamala.
Allí, está la mejor jugada de Trump y su equipo para estas elecciones. Le robó a los votantes tradicionales de los demócratas. Y tampoco las mujeres – que votaron por Kamala – lo hicieron en la proporción necesaria como para ayudarla a ganar. Otro mérito de Trump que incluso pareció inmune a los cargos y una condena por abuso a una mujer – periodista – y por pagarle a otra para que callara una relación extramarital.
Kamala Harris fracasó en dar a conocer su agenda económica, de seguridad y mucho menos, con la inmigración ilegal. Todos puntos a favor de Trump (A24.com)